Crónica

La 10 del Junior

El Pibe Valderrama en el año 1993 portando la camisetada 10 del Junior.
La camiseta 10 supone la del portador de la magia del fútbol. El diferente, el que hace de este deporte el rey, el tocado por la gloria del telento natural. Que no se acaben nunca los 10 del mundo.

No tuve la oportunidad de ver jugar a Dida ni a Heleno De Freitas, como tampoco vi jugar al maestrico Alfredo Arango, ni a Juan Ramón Verón ni a Victor Ephanor, pero ya un poco más acá en el tiempo, sí vi en el Romelio a Carlos Babington, Didí Alex Valderrama, después a Julio César Uribe, y en el Metropolitano a Javier Ferreira, Carlos Valderrama, Víctor Danilo Pacheco, Oswaldo McKenzie y después de un largo bache llegó Ómar Sebastián Pérez el príncipe Giovnany Hernández y desde ese tiempo me he aburrido bastante, por más hincha que sea de esta camiseta rojiblanca.

Cuando yo empecé a escuchar fútbol (en esos años no se veía, a menos que fueras en persona al estadio), aquel juego era tan bonito y tan simple que había un equipo con 11 jugadores: 10 de campo y un arquero. La defensa era un lateral por derecha, uno por izquierda un ‘stopper’ y un líbero, que eran los centrales.

La pareja de centrales generalmente se componía un tipo rudo y guapo (el primero que vi fue al gran Dulio Miranda) llamado ‘stopper’ y un segundo que jugaba un poco más atrás y que era mucho más dúctil y fino para la marca y que habitualmente tenía mayor claridad mental, para ser una especie de escoba que se agazapaba en el fondo esperando a ver si el rival pasaba la presión del ‘stopper’ para entonces actuar y quitarle la pelota.

El líbero también les cubría las espaldas a los laterales, por si alguno se dejaba desbordar y era siempre el mejor amigo del arquero en la cancha. En aquellos primeros años en esa posición jugaba Gabriel Berdugo, quien era un elegante central de cabeza levantada, pase limpio, jugada sencilla, cero complicaciones. Años más tarde, que yo recuerde, fue Alexis Mendoza el heredero de ese estilo.

Después venía el medio campo, con tres hombres con funciones bien definidas: un volante de marca, uno mixto y uno de creación. Así de sencillo. Y así se publicaban las alineaciones en El Heraldo, poniendo un punto y coma después de los cuatro defensas y otro punto y coma después de los nombres de los tres volantes.

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Valientes y sin miedo al éxito en el medio campo

Peco de ser muy malo con las fechas exactas por eso pido me disculpen si esto se convierte en adelante en un amasijo de tiempos que no concuerdan los unos con los otros y pongo nombres de jugadores que estuvieron en años diferentes.

Por ejemplo, para mí el clásico volante de marca era el argentino Omar Alfredo Galván, quien creo que estuvo en el equipo del Indio Solari de 1983 que debió ser campeón de Colombia. Una verdadera fiera, pero con elegancia, que se caracterizaba por jugar con las medias en los tobillos.

El Junior de 1983. Fue subcampeón, pero debió quedar campeón con este equipazo.  Arriba, Edgardo Bauza, Pedro Blanco, Omar Alfredo Galván, Luis Grau, Daniel Carnevalli y Víctor Pérez. Abajo, Tony Salja, William Knight, Carlos Babington, Kiko Barrios y Fernando Fiorillo.

Por la misma época de Galván, quien jugó en Junior en los primeros años de la década los 80, llegó un verdadero crack: Juan Miguel Tutino, a quien debo definir como recuerdo yo al auténtico volante mixto con el 8 en la espalda. Una verdadera leyenda de la segunda estrella, quien marcó una época en el Junior. Ese era un volante mixto, que estaba en todas partes, ayudando en marca, pero pidiendo la pelota para dársela al creativo, para hacer paredes o para ocupar espacios vacíos como opción de pase. Eran los ‘motores’ de aquellos equipos.

Del volante creativo hablaré más adelante, pero era el tercer volante, porque después venían tres delanteros: un puntero derecho, un puntero izquierdo y un centro delantero. Listo, ahí estaban los 11 sin más.

El puntero era un hombre de raya, así tal cual, desbordando por dentro o por fuera, acompañado por el lateral que se proyectaba. Por izquierda recuerdo a Daniel Edgardo Teglia y por derecha al velocísimo William Knight, par de saetas que se casaban de tirar centros en las condiciones más inverosímiles, rodeados de tanques enemigos, en medio de la balacera.

Pero ellos sabían que ahí en el corazón del área, siempre estaba merodeando el delantero centro. El 9, que era el goleador, tipo Fernando Fiorillo, Adalberto Perroud y todos esos cañoneros del área que se las arreglaban para meter alguna que le quedara.

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El volante creativo

Capítulo aparte merece el volante creativo, porque siempre se le conoció como el 10, quizás porque ese fue el número que llevaron en sus espaldas las grandes leyendas del fútbol mundial de todos los tiempos, entre ellos el gran referente del mundo: Pelé de quien por aquellos años nadie dudaba que era el mejor jugador de todos los tiempos.

De modo que todos los equipos se preocupaban por tener a su mejor jugador con la mítica camiseta número 10. No quiero entrar en debates inocuos, así que me abstengo de hacer comparaciones entre lo de antes y lo de ahora.

Pero es que el número 10 era como una bendición que le agregaba un grado más de responsabilidad y peso a quien la portaba en el terreno de juego. Era el volante de creación, el encargado de pensar, poner pases, acompañar a uno y otro, asociarse con todos, anticiparse a la intención rival, era el mágico, el que con un toque de pelota enloquecía a la tribuna, el jugador diferente que emanaba luz en el gramado verde. No era cualquiera.

Esta joya de camiseta la lució el más grande en la historia del Junior.

A pesar del paso del tiempo, para mí es imposible dejar de asociar una camiseta 10 con todo aquello. No es fácil dejar de pensar en el listado que cité en el primer párrafo de este texto y simplemente resignarme a que tenga que ver con la 10 a cualquiera que juegue como sea.

Todo jugador profesional de fútbol, como cualquier ser humano, merece respeto, pero hay que hacer un pare en las modas que no por serlo tengan que ser aceptadas a rajatabla.

Hay una razón por la cual el arquero titular de cualquier equipo lleva la 1 y no la 97. Esto es fútbol, el inventado en Inglaterra que se juga con los pies y no el norteamericano que se juega con las manos. Ni siquiera la Argentina de Menotti campeona en 1978 que se enumeró por orden alfabético según el apellido, se atrevió a tocarle la 10 a Mario Alberto Kempes ni mucho menos a Maradona en México 86.

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O quién niega que el 9 del Junior actual es Carlos Bacca por más que se vista con la 70. Iván René Valenciano usó la 9 con la dignidad de un goleador, como lo fueron todos los grandes goleadores en la historia del Junior.

Yo sí me he aburrido desde que Giovanny Hernández se fue del Junior por la razón que sea, porque extraño a ese 10 que siempre fue el diferente. No puedo dejar de pensar en la vida de hoy con un Pibe Valderrama inspirado o un Babington poniendo pases con un tiralíneas en sus botines.

Yo creo que la cosa se empezó a distorsionar cuando al volante de creación le empezaron a pedir goles, porque fue el modelo Maradona de los 80. Este tipo de jugadores no necesita hacer goles. ¿Los puede hacer? Claro que puede, porque tienen talento, pero no es su función principal.

En ese equipazo del Junior de 1993, el Pibe Valderrama hizo goleador a Miguel ‘El Niche’ Geerrero, que, sin quitarle mérito alguno, antes y después tuvo una carrera sin pena ni gloria. Pero ese año marcó 34 goles, él solito. Hizo más goles que Valenciano.

El Pibe marcaba goles ocasionalmente y por eso dicen que no fue estrella en Europa. Quién lo dice. Alguien alguna vez se ha escuchado al señor Valderrama expresarse frustrado porque nunca jugó en el Real Madrid o en el Manchester United. El mono se divertía en el terreno de juego y lo que mejor sabía hacer era poner pases de fantasía para que los demás hicieran goles. En eso, no tiene ninguno que se le acerque en toda la historia del fútbol mundial.

Por supuesto que no entro a debatir que ahora se tilde con la espantosa palabra de ‘enganche’ a esos genios, que por su condición no nacen muy a menudo y por tal razón son tan escasos en el mercado del fútbol mundial. Ojalá en Junior no muera esa tradición jamás.

Ahora, sí, hablemos un poco de la contratación de Juanfer Quintero…

Baranquilla, 13 de enero de 2023

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