La inseguridad en Barranquilla ha dejado de ser solo un problema de orden público para convertirse en un factor que impacta directamente la economía personal de sus habitantes. Con 96 muertes violentas registradas en el área metropolitana durante enero de 2025, de las cuales 59 ocurrieron en la ciudad, los barranquilleros enfrentan un panorama donde la violencia, las extorsiones y los robos afectan tanto sus bolsillos como su tranquilidad.
Uno de los delitos que más golpea la economía personal es la extorsión. Según cifras del Ministerio de Justicia, este crimen aumentó un 59,7 % en el último año, afectando principalmente a pequeños comerciantes.
Arturo García Medrano, experto en seguridad, explicó que las bandas criminales han encontrado en este delito una fuente constante de ingresos. “La extorsión se ha convertido en el motor de muchos crímenes en la ciudad. Los comerciantes están siendo obligados a pagar cuotas mensuales bajo amenazas, lo que los lleva a cerrar sus negocios ante la imposibilidad de sostener estas exigencias económicas”, afirmó.
El comercio, extorsionado a sangre y fuego
En barrios como Rebolo, un pequeño restaurante cerró recientemente después de que sus dueños fueran obligados a entregar 25 millones de pesos a grupos criminales. Los afectados señalaron que las amenazas constantes les impidieron continuar operando.
“No hay garantías para trabajar tranquilos. Preferimos cerrar antes que arriesgar nuestras vidas”, comentó uno de los propietarios.
El impacto económico no se limita al comercio. Sectores como el transporte público y la construcción también han sido blanco frecuente de grupos delincuenciales.
Empresas locales han tenido que destinar recursos adicionales para contratar seguridad privada, lo que incrementa sus costos operativos y reduce su capacidad para generar empleo.
Jorge Vergara Carbó, economista barranquillero, señaló que esta situación ha contribuido al aumento del desempleo en la ciudad. “La inseguridad está asfixiando a los emprendedores y pequeños empresarios. Esto no solo afecta a quienes pierden sus negocios, sino también a quienes dependen de ellos para trabajar”, explicó.
La vida cotidiana también se ha visto profundamente alterada por el clima de inseguridad. En barrios como La Chinita y Carrizal, los residentes evitan salir después del anochecer por temor a ser víctimas de delitos.
Barrios populares, asediados
En La Chinita, una reciente balacera dejó una menor fallecida y otras cuatro personas heridas, lo que generó pánico entre los habitantes. Un residente del barrio Carrizal expresó su frustración al señalar que ya no se siente seguro ni siquiera dentro de su propia casa. “La violencia nos ha robado nuestra libertad y nuestra paz. No podemos caminar tranquilos ni disfrutar nuestras calles como antes”, comentó.
Aunque las autoridades locales han implementado medidas como el aumento del pie de fuerza policial y campañas para fortalecer la seguridad ciudadana, los resultados no han sido suficientes para revertir esta tendencia.
Barranquilla sigue figurando entre las ciudades más violentas del mundo según el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, lo que refleja la magnitud del problema.Los barranquilleros también perciben una desconexión entre las políticas públicas y las necesidades reales de la población.
Mientras se invierten recursos en obras públicas e infraestructura, muchos consideran que estas iniciativas no abordan el problema principal: garantizar condiciones básicas de seguridad para vivir y trabajar. “Las obras son importantes, pero no sirven si no podemos vivir tranquilos ni salir sin miedo”, expresó un comerciante afectado por extorsiones.
La inseguridad en Barranquilla continúa afectando todos los aspectos de la vida diaria, desde las finanzas personales hasta el bienestar emocional de sus habitantes. Las cifras reflejan una realidad compleja donde el crimen organizado parece tener un control cada vez mayor sobre territorios clave, mientras los ciudadanos buscan soluciones urgentes para recuperar su calidad de vida.