El alcalde de Barranquilla, Álex Char, ha consolidado un modelo de gestión basado en el endeudamiento para financiar grandes obras de infraestructura. Durante su tercer mandato, la deuda pública de la ciudad ha alcanzado niveles históricos, pasando de 663 mil millones de pesos en 2016 a 3 billones en 2023, y con proyecciones que podrían llevarla a 5.5 billones al finalizar su periodo en 2027, un panorama ha generado tanto elogios por las transformaciones urbanas como críticas por los riesgos financieros que enfrenta la ciudad.
El Concejo Distrital aprobó recientemente un nuevo cupo de endeudamiento por 3 billones de pesos. De este monto, se destinarán 490 mil millones al mejoramiento de viviendas, 411 mil millones a la pavimentación de vías y 300 mil millones a la canalización de arroyos.
Otros proyectos incluyen la construcción del malecón del suroriente y la recuperación de parques. Sin embargo, cerca del 30% del dinero solicitado será utilizado para cubrir compromisos financieros previos.
La administración ha defendido estos créditos como una herramienta para mantener el ritmo de desarrollo que ha caracterizado a Barranquilla en los últimos años. “Estamos construyendo una ciudad que todos soñamos, con obras que impactan directamente la calidad de vida de nuestra gente”, aseguró Char en un evento reciente.
Preocupaciones por la sostenibilidad fiscal
A pesar del optimismo del alcalde, los indicadores financieros del Distrito han comenzado a generar alarma entre expertos y analistas.
El indicador de sostenibilidad financiera —que mide la relación entre deuda e ingresos corrientes— ya supera el 151%, muy por encima del límite legal del 100%. Esto significa que Barranquilla está destinando una proporción significativa de sus ingresos al pago de intereses y capital, lo que limita su capacidad para financiar otros gastos esenciales.
Jairo Parada, economista y profesor de la Universidad del Norte, advirtió sobre las implicaciones a largo plazo: “El nivel actual de endeudamiento no es sostenible. La ciudad está hipotecando su futuro para financiar obras que podrían haberse ejecutado con mayor prudencia fiscal”. Según Parada, Barranquilla destina cerca de 700 mil millones anuales al servicio de su deuda, una cifra considerablemente mayor que otras ciudades principales del país.
La estrategia financiera también ha tenido repercusiones en el ámbito empresarial. En los últimos años, se han implementado incrementos significativos en impuestos como el de Industria y Comercio (ICA), que han llegado hasta un 63% para algunos sectores productivos.
Esto ha generado descontento entre gremios empresariales y comerciantes locales. Antonio Celia, reconocido empresario barranquillero, expresó su preocupación: “No podemos desconocer los avances en infraestructura, pero estos deben ir acompañados de una política fiscal responsable. De lo contrario, corremos el riesgo de debilitar nuestra competitividad”.
Además, cifras recientes muestran un aumento en las cancelaciones de matrículas mercantiles, lo que refleja las dificultades que enfrentan las pequeñas y medianas empresas.
El Concejo Distrital aprobó el nuevo endeudamiento con una mayoría contundente: 19 votos a favor y solo uno en contra. Los concejales oficialistas argumentaron que estas inversiones son necesarias para continuar con el desarrollo urbano y social.
“Barranquilla no puede detenerse; estas obras son esenciales para garantizar un futuro mejor”, afirmó Juan Camilo Fuentes, concejal del Partido Conservador. Sin embargo, desde sectores opositores han surgido fuertes críticas. Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social, calificó a Barranquilla como “la ciudad más endeudada del país” y cuestionó la capacidad del Distrito para cumplir con sus obligaciones financieras sin afectar otros programas sociales.
Aunque las obras financiadas con estos créditos han transformado la cara urbana de Barranquilla —incluyendo parques renovados, vías pavimentadas y proyectos habitacionales—, persisten dudas sobre si este modelo es sostenible a largo plazo.
Mientras tanto, la administración insiste en que estas inversiones atraerán más inversión privada y generarán empleo.Por ahora, el debate sobre el endeudamiento continúa dividiendo opiniones entre quienes ven en él una oportunidad para el desarrollo acelerado y quienes temen que se esté comprometiendo la estabilidad financiera del Distrito. Lo cierto es que Barranquilla enfrenta uno de los retos fiscales más grandes de su historia reciente.