El Chocoramo, un pastelito icónico en la cultura colombiana, se ha convertido en un símbolo inesperado para medir el impacto de la inflación en el poder adquisitivo de los trabajadores.
Este producto, que en 2017 costaba $1,200 y permitía a un trabajador con salario mínimo adquirir 614 unidades al mes, hoy tiene un precio promedio de $2,700, lo cual indica que con el salario mínimo actual de $1,423,500, solo se pueden comprar 527 unidades, evidenciando cómo la inflación ha erosionado el ingreso real de los colombianos245.
La pérdida del poder adquisitivo no solo se refleja en este ejemplo cotidiano. Según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la inflación cerró en 5% en 2024, mientras que el aumento del salario mínimo para 2025 fue del 9.54%.
Aunque esto representa un incremento nominal superior al índice inflacionario, expertos señalan que los precios de bienes básicos han crecido más rápido que los ingresos.
Fabio Nieto, jefe de investigaciones económicas del Banco Agrario, explicó que “el aumento real del salario mínimo no sería del 9.54%, sino de entre 2.54% y 1.54%” debido al encarecimiento de alimentos y transporte34.
El impacto del «Impuesto saludable»
Otro factor que ha contribuido al encarecimiento del Chocoramo es el «impuesto saludable», implementado en noviembre de 2023 para desincentivar el consumo de alimentos ultraprocesados.
Este gravamen incrementó su precio inicial de $2,400 a $2,640 y, posteriormente, a $2,700 en enero de 2025. Aunque la medida busca mejorar la salud pública, ha generado críticas por su impacto desproporcionado en los consumidores con menores ingresos. Productos como gaseosas y otros dulces también han sido afectados por esta política.
El aumento del salario mínimo ha sido defendido por el gobierno como una medida para mejorar la calidad de vida de los trabajadores formales.
Sin embargo, gremios empresariales como Fenalco han advertido sobre sus posibles efectos negativos en las pequeñas y medianas empresas (pymes), que representan el 97% del tejido empresarial colombiano.
Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco, afirmó que “este incremento pone en riesgo la viabilidad de cientos de empresas, afecta la generación de nuevos empleos y fomenta la informalidad”.
Por otro lado, economistas como Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, han señalado que aunque el aumento salarial puede aliviar temporalmente las presiones económicas sobre algunos hogares, también podría generar tensiones inflacionarias adicionales y limitar la capacidad del mercado laboral para formalizar empleos.
El caso del Chocoramo ilustra cómo las dinámicas macroeconómicas impactan la vida cotidiana. A pesar del aumento salarial nominal, factores como la inflación y nuevas políticas fiscales han reducido su efecto positivo en el bolsillo de los colombianos. Mientras tanto, sectores empresariales y laborales continúan debatiendo sobre cómo equilibrar las necesidades sociales con la sostenibilidad económica