Por Ronald Rangel Ramírez
He estado sacando cuentas y la cosa quedaría más o menos así:
100.000 pesos pasarían a ser 100 pesos
50.000 serían 50 pesos
20.000 serían 20 pesos
10.000 serían 10 pesos
5.000 pasan a ser 5 pesos
2.000 pasan a 2 pesos
1.000 sería un peso
Ahora bien, el problema viene de ahí para abajo. Me explican que 500 pesos serían 50 centavos, 200 serían 20 centavos 100 pesos actuales pasarían a ser 10 centavos y 50 pesos (la más baja denominación de nuestra actual moneda), serían 5 centavos.
Difícil la cosa. No la termino de comprender muy bien, pero he aceptado la explicación de todos los que he escuchado y de todo lo que he leído sobre el tema en los últimos días.
Un pasaje en un bus urbano actualmente en Barranquilla cuesta 2.000 pesos en días ordinarios y 2.100 en días festivos. Los días de 2.000 pasaríamos a pagar 2 pesos. El problema sería cuando llegue el día de pagar los 2 pesos con 10 centavos, a cuando tengamos que pagarle los actuales 300 pesos al tintero de la calle o los 100 por la menta o los 50 que te tienen que dar de vueltos en el supermercado.
¿CENTAVOS?
Tener que empezar a lidiar con centavos se me hace un poco extraño en estos tiempos y costos para el país que tendría que poner a circular una gran cantidad de monedas de baja denominación que hoy en día no existen, so pena de que empiece la macabra maniobra del redondeo, peligro al que nos veríamos expuestos usted y yo, en la medida en que, por efectos prácticos, a usted en lugar de cobrarle 99.000 pesos actuales por un par de zapatos ( por ejemplo) se lo redondearían en 100 pesos futuros (100.000 de los de hoy), con lo cual ya no se estarían quedando con 50 o 100 pesos, como suele suceder hoy en día, sino que le quitarían 1.000 pesos de los de ahora, es decir medio pasaje de bus urbano.
Porque en el caso de los 99.000 le tendrían que dar un peso de vuelto, una denominación que (como ha sucedido en otros países) rápidamente empezaría a perder valor por la misma naturaleza pírrica de la cifra. Eso no aguanta en nuestros países. O alguien se acuerda cuando nació el nuevo peso mexicano por allá en el año 1993, haciendo lo mismo que piensan hacer nuestros gobernantes y legisladores o cuando nació el bolívar fuerte en Venezuela.
En su momento ambas economías sufrían graves problemas inflacionarios que no tenemos en Colombia. Es decir, realmente el nuevo peso mexicano no servía para nada desde que nació. En nuestro caso, tendríamos que lidiar no solo con pesos en singular sino también con centavos, que todavía servirían. No nos echemos mentiras. Si ahora damos la moneda de 100 y la de 200 por un tinto, en el futuro ese tinto callejero costaría tres centavos. ¿Quién se lo cree?
Los colombianos somos dados a enredar lo que no está enredado y a dañar lo que está bueno. En eso son expertos nuestros gobernantes. No termino de entender las razones por las cuales se le pretenden quitar tres ceros al hasta ahora sólido peso colombiano.
Economías emergentes que gozan de buena salud no han hecho nada parecido. Las excepciones han sido las que se han salido de madre como México en su momento, como ahora Venezuela o como estuvo Ecuador que tuvo que dolarizarse.
No sé si los que pensamos como yo pecamos de pesimistas, pero todo esto me huele a que va a terminar aporreado nuestro ya sangrado bolsillo. El salario mínimo sería de 781 pesos. Los gobernantes (que se ganan muchos salarios mínimos), dicen que esto no afectaría el poder adquisitivo que ya por ahora es bastante paupérrimo, pero en la práctica quisiera uno saber si eso es tan lindo como lo pintan, porque hay muchos colombianos que circulan efectivo ante la intimidación que genera el sector financiero con sus altas tasas de interés, su 4 por mil y sus elevados costos de servicios.
EL ARGUMENTO DEL FISCAL
A todas estas, hasta las Farc tienen la culpa de esto. O al menos así lo piensa el Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, que está seguro que con una medida como esta, se le estaría adelgazando el músculo financiero a las organizaciones al margen de la ley, cuyos bancos suelen ser caletas ubicadas en profundos agujeros cavados en inhóspitos parajes de la manigua criolla. Otro argumento difícil de entender.
En lo que se tramita la ley, se aprueba, se pone en práctica, se fabrican y se ponen a circular los nuevos billetes y monedas, ya los antisociales no solo se habrán gastado todo el dinero que hoy yace bajo tierra, sino que tendrán acumulado tantos billetes de los nuevos, que seguirán riéndose de la vida.
Hay que combatir el narcotráfico, el tráfico de armas, los bienes, los negocios fachada y otros fenómenos para atacar directamente las finanzas de los que están al margen de la ley. No es afectando a todos los colombianos como se debería hacer. Eso es más o menos que como en los buses urbanos se suben hampones a atracar a la gente, mejor acabemos con el transporte urbano y que la gente ande a pie para que no les roben.
Eso hará que los billetes sepultos de los malos pierdan el valor, pero sucederá igual con los que están debajo de los colchones de gente buena y trabajadora que no creen en el sistema financiero y que serán obligados a ir a los bancos en búsqueda de sus fortunas minimizadas, con el ojo bien puesto de la Dian encima con sus enormes tentáculos para que declaren por esos capitales que hoy no circulan a través de cuentas visibles. ¿Será que en el fondo eso es lo que se pretende? Es una pregunta, una simple hipótesis.