En 2025, Colombia se encuentra en el centro de una crisis energética marcada por la escasez de gas natural, un recurso que durante décadas garantizó la autosuficiencia energética del país. La situación actual, según expertos y gremios del sector, es el resultado de una combinación de decisiones políticas, disminución de reservas y una creciente dependencia de las importaciones.
Por primera vez en 45 años, Colombia ha dejado de ser autosuficiente en gas natural. Según Luz Stella Murgas, presidenta de Naturgas, «el déficit del suministro de gas alcanzará el 7.5% de la demanda total para este año y podría llegar al 16% en 2026».
Esto ha obligado al país a considerar la importación como una solución inmediata para cubrir las necesidades básicas de hogares, comercios e industrias. El problema radica en que las reservas probadas de gas han disminuido drásticamente.
Según el exministro de Minas y Energía, Tomás González, «las reservas de gas han caído un 55% en los últimos 15 años». Aunque esta tendencia no comenzó con el actual gobierno, González señala que «la suspensión de nuevos contratos de exploración ha frenado la incorporación de nuevas reservas», lo que agrava la situación.
Políticas energéticas y su impacto
El gobierno del presidente Gustavo Petro ha adoptado una política clara: no firmar nuevos contratos de exploración para carbón, petróleo y gas como parte de su compromiso con la transición energética.
En la COP28, Petro afirmó que «Colombia ha decidido no firmar más contratos de exploración en carbón y petróleo y gas», con el objetivo de reducir las emisiones en un 51% para 2030.
Si bien los contratos existentes continúan vigentes, esta decisión ha generado incertidumbre sobre el futuro energético del país. La falta de exploración ha limitado las opciones para aumentar las reservas nacionales. Según Murgas, «es irónico que Colombia haya cerrado la posibilidad del fracking y ahora esté considerando importar gas producido con esta técnica desde otros países».
Dependencia creciente de las importaciones
Para enfrentar el déficit, Colombia ha comenzado a depender del gas importado. Este proceso implica altos costos debido a la licuefacción, transporte y regasificación del gas. Según datos del sector, estos costos pueden ser hasta un 150% mayores que los del gas producido localmente.
Además, los gremios han advertido que esta dependencia podría generar incrementos sustanciales en las tarifas para los consumidores. Aunque las ciudades del interior como Bogotá y Medellín ya han comenzado a sentir este impacto con aumentos tarifarios entre el 10% y el 36%, expertos advierten que la región Caribe también podría enfrentar alzas significativas.
A pesar de estar cerca de los principales puntos de importación y producción nacional, los costos asociados al transporte y a los nuevos contratos podrían trasladarse a los usuarios finales. «El Caribe no está exento; si bien tiene acceso más directo al gas importado o producido localmente, los costos globales del sistema terminarán afectando también a esta región», explicó Rodolfo Anaya, presidente del Grupo Vanti.
A pesar del panorama desalentador, existen proyectos en desarrollo que podrían aliviar la situación a mediano plazo. Ecopetrol anunció recientemente el descubrimiento del yacimiento Sirius-2 en el Caribe colombiano, que podría incrementar las reservas actuales en un 200%.
Sin embargo, este recurso no estaría disponible antes de 2027. Por otro lado, los proyectos costa afuera (offshore) también se presentan como una alternativa viable. Según Ricardo Roa Barragán, presidente de Ecopetrol, «los recursos offshore podrían duplicar o incluso quintuplicar las reservas actuales», pero estos desarrollos enfrentan desafíos técnicos y económicos significativos.
Mientras tanto, el gobierno insiste en que el suministro está garantizado. Andrés Camacho, ministro de Minas y Energía, aseguró recientemente que «Colombia tiene garantizado el hidrocarburo para 2025 y 2026» gracias a medidas regulatorias y proyectos en curso.
Sin embargo, gremios como Naturgas mantienen sus advertencias sobre un posible déficit si no se toman acciones más contundentes. La crisis del gas natural pone en evidencia las tensiones entre los objetivos ambientales del gobierno y las necesidades energéticas inmediatas del país.
Con una demanda creciente y pocas alternativas inmediatas, Colombia enfrenta un desafío monumental para garantizar su seguridad energética sin comprometer sus metas climáticas ni evitar que regiones clave como el Caribe enfrenten también un incremento tarifario significativo.